El patio de la Casa Mendoza se convirtió el jueves 3 de agosto en cine de verano, donde se proyectaron siete cortometrajes, de los más destacados, de la 11 edición del Festival Internacional de Cortometrajes Ateneas de Villacañas (FESCORA), al que concurren más de 300 cortometrajes de difrentes países.

Inició la velada el cortometraje 112, un cuento de Navidad inspirado en un hecho real, premiado en numerosos festivales. De vuelta invitó a pensar que pronto dejará de llover. Lurna, que fue seleccionada en Cannes, relató una historia de sueños infringidos. El trastero presentaba a un taciturno Carmelo Gómez anclado en la nostalgia de su infancia ya lejana. Por otro lado, el cortometrje Y mañana Navidad, ponía en cuestión las reuniones familiares y los grandes eventos sociales que nos impone el calendario, como terreno abonado a la eclosión de todos aquellos sentimientos reprimidos. Alto el fuego, pieza de animación premiada en esta categoría en la última edición de FESCORA, estaba realizada desde el punto de vista de un niño inmerso en la guerra. Y por último, el ganador en la categoría general y premiado en varios festivales, Sexteen, retrataba el vacío entre dos generaciones: la juventud actual, la primera que ha crecido en el entorno de internet y redes sociales, y la generación de sus padres, incapaces de entender el nuevo contexto volátil e hipersexualizado en el que se desarrollan sus hijos.

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