Introducción
En la mañana del martes 22 de septiembre de 1931, la Guardia Civil mató a cinco jornaleros en la plaza de Corral de Almaguer. Habían declarado la huelga dos días antes, y estaban concentrados en la Plaza Mayor.
Corral de Almaguer está situado al sureste de la provincia de Toledo y contaba con una población de unos cinco mil habitantes(1). Este acontecimiento fue uno de los primeros que puso de manifiesto la exasperada violencia colectiva en la Segunda República española (1931-1939). Después de los sucesos de Corral de Almaguer siguieron los de Castiblanco (diciembre, 1931 en Badajoz), Arnedo (enero, 1932 en Logroño), La Villa de Don Fadrique (julio, 1932 en Toledo), Casas Viejas (enero, 1933 en Cádiz) y Yeste (verano, 1936 en Albacete). La mayoría de todos estos conflictos, exceptuando el de Arnedo, tuvo lugar en el mundo rural del sur de España (entre el Tajo y Cádiz), debido al enfrentamiento entre los grandes propietarios y los jornaleros.
Así como los otros conflictos ya están bastante estudiados en los diversos ensayos sobre la Segunda República española, el de Corral de Almaguer es la primera vez que se estudia.
La historiografía lo refiere en pocas líneas, confinándolo a un “levantamiento comunista” y reduciéndolo a unas formas violentas, mecánicas, contagiosas, espasmósdicas de las masas. Los acontecimientos de Corral de Almaguer se pueden enmarcar dentro del “mito de la violencia”, es decir una construcción historiográfica reduccionista de la descomposición del proceso republicano español. La intención en esta Memoria del Máster no es otra que la de aportar elementos para una mejor comprensión de los acontecimientos expuestos.
Una doble interrogación subyace en esta investigación: ¿qué es lo que realmente sucedió en Corral de Almaguer el 22 de septiembre de 1931? ¿Qué es lo que revelan los hechos en este pueblo latifundista de Toledo, y la relación del Estado con la sociedad rural?
Esta Memoria del Máster se estructura en tres partes: Condiciones de posible violencia en Corral de Almaguer; los acontecimientos y la prensa; por último, sus consecuencias en el parlamento, los tribunales y en la pelea electoral.
Condiciones de posible violencia en Corral de Almaguer
En primer lugar acudimos al cuadro geográfico y demográfico del pueblo según el Boletín Oficial de la provincia de Toledo. Después, el análisis de la estructura de la propiedad, marcada por el latifundismo y por una fuerte difusión de pequeños y medianos propietarios. Se analiza el tipo de agricultura predominante (la trilogía mediterránea: cereales, viñedo, olivos), dentro de una perspectiva provincial y regional, teniendo en cuenta la repercusión de la crisis económica en la época republicana. Se estudian las implicaciones de las reformas sociales de la época a través de la prensa provincial: la aplicación de las leyes laborales, la celebración de las elecciones legislativas y municipales democráticas en 1931, etc., donde aparecen como ruptura y continuidad. Se analizan las características de la implantación de los sindicatos corporativistas, muy extendidos en toda la provincia de Toledo después de la Primera Guerra Mundial, y en contra de los sindicatos de clase.
A principios de 1919, un sindicato de jornaleros de Corral de Almaguer se une a la central sindical socialista Unión General de Trabajadores (UGT). Pero fue excluido en 1921 porque no pagaban las cuotas. No obstante, gracias a los afiliados más viejos, la organización pudo subsistir localmente, y de forma clandestina, durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Durante los cinco meses transcurridos entre la llegada de la República (14 de abril de 1931) y los acontecimientos del 22 de septiembre, las protestas reivindicativas se incrementaron, amparadas bajo el régimen democrático republicano. Después de la elección de sindicalistas, dirigidos por los comunistas, en el Ayuntamiento de La Villa de Don Fadrique en 1931, la influencia de este pueblo vecino sobre los de Corral de Almaguer fue enorme. Estos cambios políticos, unidos a la exigencia de la mediación en los conflictos laborales y al control social de las autoridades democráticas, constituían una amenaza a los intereses de los grandes propietarios. Si la implantación del sistema republicano a nivel de Estado fue brusco, mucho mayor fue en las Administraciones locales.
Paralelamente a la organización de los jornaleros en sindicatos, comenzaron a implantarse organizaciones en defensa de los grandes propietarios. En las elecciones de 1931 son elegidos dos diputados pertenecientes al partido agrario social-católico, Acción Nacional. Eran miembros de la “minoría agraria”, es decir de los veinte diputados que se opusieron activamente a la reforma agraria. Uno de ellos fue Dimas Madariaga y Almendros, corraleño y muy vinculado a los grandes propietarios. La prensa socialista provincial lo señalaba como el “cornetín de la reacción”, por su fanatismo y facilidad de palabra. Todo esto forma parte de la estructura del conflicto agrario.
El estallido de la violencia en el campo, tanto a nivel local como nacional, fue debido a la imposibilidad con la que se encontró la República a la hora de aplicar políticas de reforma social entre 1931 y 1933.
Los acontecimientos en Corral de Almaguer y la Prensa.
La segunda parte del trabajo trata de comprender y explicar los sucesos ocurridos. En la tarde del domingo, 20 de septiembre de 1931, cerca de doscientos jornaleros de Corral de Almaguer se concentraron en unos terrenos cerca del puente Garzón, posiblemente para tratar la subida del jornal. Las autoridades municipales, que iban en coche a una cacería, decidieron darse la vuelta para dispersar la concentración. Un agresivo altercado se produjo entre las autoridades y los jornaleros, pero sin muertes ni heridos. Los jornaleros consiguieron que el alcalde encarcelara a las autoridades municipales acusadas de tentativa de agresión y “a la caza del obrero”, dado que una de ellas cargó la escopeta. Los obreros justificaron su acción agresiva para desarmar a las autoridades como medida preventiva y así evitar una masacre. Por su lado, las autoridades, a posteriori, denunciaron a los jornaleros, por ejercer la violencia unilateralmente sobre ellos, exaltados por la propaganda política, con el único objetivo de agredir a los representantes municipales. Los documentos manejados no permiten corroborar ni una ni otra versión.
Este tipo de cacerías era frecuente, en las que los terratenientes invitaban a las autoridades locales y a los electores de su partido. Era una práctica común en el régimen político precedente y que demostraba la sumisión y la dependencia en las que se encontraban las autoridades municipales respecto a los grandes propietarios.
Los obreros hicieron llegar a los terratenientes sus propuestas de contrato colectivo entre las que aparecía que el jornal debería ser un duro.
Este primer acontecimiento suscitó un gran movimiento de solidaridad y de indignación entre los jornaleros. Se hicieron más concentraciones seguidas de una huelga en la que participaron todos los ochocientos jornaleros del pueblo. Por mediación del alcalde, los obreros hicieron llegar a los terratenientes sus propuestas de contrato colectivo entre las que aparecía que el jornal debería ser un duro. Convinieron en que los propietarios deberían dar una respuesta en dos días, el martes, 22 de setiembre de 1931.
El día 22, por la mañana, los jornaleros estaban concentrados en la plaza. En el ayuntamiento se encontraban las autoridades municipales reunidas con los propietarios intentando negociar. La gente vio que salían del ayuntamiento y la atmósfera empezó a crisparse. Ninguno de los propietarios decía nada. Enseguida empezaron a oirse rumores de que los jornales serían de cuatro pesetas, en vez de las cinco que había prometido el alcalde.
El gobernador de la provincia de Toledo, Luis Fernández Valderrama y San José, había concentrado un fuerte contingente de la Guardia Civil en el pueblo. Después de la declaración de huelga, como consecuencia de los altercados en el puente Garzón entre jornaleros y autoridades municipales, el gobernador había recibido la visita de personalidades del pueblo, que le dieron una versión desfigurada y engañosa de los hechos, a fin de que las autoridades provinciales activaran una política represiva contra los jornaleros. Indignado por creer que los obreros habían complotado contra la autoridad del Estado y pensando en las pérdidas económicas que ocasionaría la huelga, ordenó que de inmediato se pusieran a trabajar, incumpliendo la nueva legislación laboral. Convocó a la prensa regional y nacional en la que declaró: “El respeto al orden y a la propiedad no existe en Toledo”, y añadió que había dado órdenes urgentes para remediar la situación. Estas declaraciones las hizo la víspera del día de la masacre, y dan a entender el mandato exclusivamente represivo que debió dar a la Guardia Civil.
En la mañana del 22, la Guardia Civil patrullaba el pueblo para hacer respetar la “libertad de trabajo” (sobre todo entre los jornaleros más jóvenes) en las propiedades de los terratenientes. Por otro lado, en la plaza los jornaleros habían tomado como rehén al teniente alcalde, indignados por los rumores que corrían de que el jornal no sería de cinco pesetas. A caballo, la Guardia Civil acudió en ayuda del teniente alcalde. Tres Guardias Civiles al mando de José Pascual Barba, teniente de caballería de Ocaña, avanzan en la plaza reculando a los jornaleros sobre el muro de la iglesia. Un altercado se produce. Los jornaleros se niegan a dispersarse sin antes asegurarse de que sus reivindicaciones serían atendidas, y que la Guardia Civil de Ocaña se iría del pueblo. Con esta última exigencia, los obreros pretendían que no se reprimiera a los huelguistas. Habían llegado a un punto donde ya no era posible dar marcha atrás y eran conscientes de que lo que sucedía no tenía precedentes en la zona, en cuanto al enfrentamiento con el caciquismo local, y que la Guardia Civil representaba una amenaza a sus reivindicaciones salariales.
Al teniente alcalde lo empujaron contra el caballo del teniente Barba. El vocerío y la confusión redoblaban la hostilidad. Los Guardias Civiles pretendieron, según versiones contradictorias, ser víctimas de insultos, de pedradas, incluso de disparos (hecho muy improbable pues ningún Guardia Civil resultó herido). El teniente Barba comenzó a disparar. Muchos pudieron refugiarse dentro de la iglesia. Hubo cinco muertos y muchísimos heridos, todos hombres comprendidos entre los 17 y 45 años.
Hubo cinco muertos y muchísimos heridos, todos hombres comprendidos entre los 17 y 45 años.
Los artículos consagrados a los acontecimientos de Corral de Almaguer, por una quincena de periódicos nacionales y provinciales de todas las tendencias políticas, fueron estudiados haciendo una selección analítica y un esfuerzo en disociar el relato de los hechos de la ideología subyacente. Para el análisis de los periódicos, se reagruparon en tres tendencias ideológicas: de derechas, próximos al gobierno republicano y de izquierdas. Las dos primeras tendencias (derechas y próximas al gobierno republicano), las más difundidas, eludían la violencia de la Guardia Civil, cargando las tintas sobre la irracionalidad, brutalidad contagiosa y salvajismo ciego de las masas. A la inversa, el comportamiento “heroico” de la Guardia Civil, “la Benemérita”, con prácticas militares y un sentido del orden subordinado a las élites de la sociedad española, fue lo que provocó la masacre. Además, los periódicos de las derechas y los que apoyaban al gobierno utilizaron los acontecimientos ocurridos en Corral de Almaguer para revisar las reformas sociales que hasta entonces se habían adoptado, reforzando el miedo y la hostilidad que una parte de la sociedad española manifestaba hacia la reforma agraria, que ya desde el comienzo del verano se había filtrado a la prensa. Solo el Mundo Proletario, periódico del Partido Comunista (a la izquierda del régimen republicano), en un artículo bien documentado (escrito por Pablo Carpintero, de La Villa de Don Fadrique) establecía la relación, disimulada en otros periódicos, entre los altercados con las autoridades municipales, dos días antes en el puente Garzón, y las cargas mortales de la guardia Civil del día 22. Según este periodista todo se reducía al conflicto de negociación salarial entre los propietarios y los proletarios. Por otro lado, una parte de la prensa madrileña (en particular La Voz), habituada a consagrar sus primeras páginas a fotos de bellas señoritas respetables y mundanas, calumniaba a las proletarias de Corral de Almaguer. Las presentaba a los lectores de la capital como propagandistas exaltadas, “predicadoras de la loca idea del amor libre”, horrorosas con piel morena y llena de verrugas, “ solteronas deseosas de enganchar los mejores mozos del pueblo”.
La mayor parte de las informaciones que daba la prensa se apoyaban en los informes de la Guardia Civil. Estas lecturas engañosas y falsas influyeron mucho en los hechos judiciales, en los parlamentarios y en los lectores de Corral de Almaguer y por extensión en toda la provincia.
Los acontecimientos de Corral de Almaguer: de la represión a los Tribunales Militares y al Parlamento.
La tercera parte de esta Memoria trata sobre todo la represión política que siguió a los acontecimientos: Se cerró la Casa del Pueblo, las Sedes de los Sindicatos de varios pueblos de los alrededores, el gobernador provincial destituyó a la Junta Municipal de La Villa de Don Fadrique por extremista, se encarcelaron a muchos militantes sindicales y se instauró una política represiva de “orden”, a cargo de la Guardia Civil, en toda la provincia, a petición del Ministro del Interior, Miguel Maura.
La petición para que la Guardia civil se encargara de la política de “orden”, se puede relacionar con la proximidad de la oligarquía local al General Sanjurjo, primer instigador de un “pronunciamiento” fallido contra la Segunda República el 10 de agosto 1932, y a la red de influencias en las Instituciones del Estado que dicha oligarquía tenía establecida.
La petición para que la Guardia civil se encargara de la política de “orden”, se puede relacionar con la proximidad de la oligarquía local al General Sanjurjo.
Al poco de lo ocurrido en Corral de Almaguer, Sanjurjo visitó el pueblo de forma inesperada, en calidad de Director General de la Guardia Civil. Fue recibido por los terratenientes (presentados como viejos amigos del General), las autoridades municipales, miembros de la Guardia Civil protagonistas de los acontecimientos ocurridos (muy felicitados por su “heroísmo”) y las autoridades judiciales encargadas de juzgar a algunos de los presentes.
En febrero de 1932, después de los acontecimientos de Castiblanco ( y el masacre de Arnedo), y después de anunciarle Manuel Azaña en privado la destitución como Director General de la Guardia Civil, Sanjurjo, extrañamente, fue invitado por los propietarios de Corral de Almaguer a una cacería seguida de un banquete en su honor. Asistieron, además de los propietarios, las autoridades municipales y los números de la Guardia Civil de la zona, entre los que se encontraba el teniente Barba.
Los documentos de la sentencia no se han encontrado por el momento. Hemos seguido, a través de la prensa, el proceso militar que juzgó a los inculpados en los hechos del 22 de septiembre, interrumpido por multitud de recursos.
En enero de 1933, después de que los seis acusados (de entre las 27 arrestados) habían pasado quince meses en la cárcel, y de declararse en huelga de hambre apoyados por el Partido Comunista y el Socorro Rojo Internacional, se celebró el Consejo de Guerra en Toledo. Fueron condenados a poco mas de dos años de cárcel por “agresión” a la fuerza pública y “portar armas ilícitas”.
La judicialización de esta violencia se debe enmarcar en el estudio de la violencia en sí, en el marco de una sociedad con un fuerte predominio de la oligarquía sobre las instituciones del Estado. La poca pena impuesta al cabecilla de la “agresión armada contra la fuerza pública”, nos hace pensar que no hubo nada de eso. Las condenas se justifican más bien como un apoyo simbólico a la Guardia Civil por haber actuado según el reglamento, en el seno de un sistema fuertemente regido tradicionalmente por el orden militar.
Con la proclamación de la República, los poderes oligárquicos locales del mundo rural se opusieron a la política de reformas sociales.
Las reformas sociales abrieron la esperanza de muchos colectivos y levantaron muchas reticencias. Además, la mentalidad de los cuerpos de seguridad, encargados del orden público y acostumbrados a salvaguardar el estatus social de una parte de la sociedad, no evolucionó al mismo ritmo que la legislación. Las manifestaciones colectivas, las huelgas y las protestas públicas desafiaban la modalidad del control social y el orden militar del caciquismo.
Los conflictos sociales en la provincia de Toledo a lo largo del primer bienio (1931-1933) se deben tratar en paralelo al fenómeno de radicalización política que se vio en las elecciones de 1933. En dos años el centro político se desmoronó y perdió todo su electorado. Al mismo tiempo, el partido agrario y social-católico de Acción Popular cuadriplicó sus diputados en el Parlamento. En la zona fueron elegidos Jesús Salvador Madero, médico terrateniente de La Villa de Don Fadrique, y Dimas Madariaga y Almendros, de Corral de Almaguer, este último ya había sido elegido antes, en 1931.
En Corral de Almaguer la lista de Acción Popular fue elegida por más del 95% de los votantes, según los resultados oficiales.
Conclusión
Fue un conflicto socio-económico y no estrictamente ideológico-político el origen de lo que ocurrió. Los silencios, las contradicciones y las manipulaciones de la prensa redujo todo a “la revuelta del duro”, y así pasó al imaginario local hasta nuestros días.
La violencia de los jornaleros provocó los acontecimientos, según la versión de la Guardia Civil, apoyada y reforzada por el gobernador provincial de Toledo, que ya había lanzado consignas represivas antes de los acontecimientos. El gobernador justificó la violencia de la Guardia Civil denunciando el complot violento de los obreros, al mismo tiempo que desacreditaba el conflicto socio-económico. En cambio, las versiones de los jornaleros fueron casi todas silenciadas, incluso en el juicio. Es ilustrativa la intervención parlamentaria del diputado socialista por Toledo, Fermín Blázquez, denunciando en abril de 1932 las presiones de la Guardia Civil de Corral de Almaguer para impedir el testimonio de los jornaleros y otras personas presentes en los hechos.
Los silencios, las contradicciones y las manipulaciones de la prensa redujo todo a “la revuelta del duro”, y así pasó al imaginario local hasta nuestros días.
En la tesis doctoral que estoy realizando en el Instituto Universitario Europeo de Florencia, bajo la dirección de los Profesores Heinz-Gerhard Haupt, Francisco Cobo Romero y Stephen Smith, este trabajo se completará con el estudio de las redes que hacían posible el control social en la región, con una aproximación más detallada de cada uno de los protagonistas (manifestantes, víctimas y Guardia Civil), y con una descripción rigurosa de la violencia, en lo posible con la ayuda de nuevas fuentes. Si los actos violentos son los hechos mas significativos de este acontecimiento, que le confieren carácter político e histórico, paradojicamente su observación rigurosa escapa casi sistemáticamente al análisis. Esto ha contribuido a dar rienda suelta al “mito de la violencia” en la historiografía local. Tanto más cuanto que todo esto ha sido enmarcado dentro de la violencia a escala nacional, de naturaleza política, ideológica y de partidos. Un tal contexto es particularmente inoperante a la hora de explicar la violencia de los conflictos en el campo, que, como en Corral de Almaguer, ensangrentaron a un país, esencialmente agrícola, en los años anteriores a la guerra civil.
Romain Bonnet (29.10.2012)
(Resumen de la memoria del Máster La revuelta del duro. Los sucesos de Corral de Almaguer y la Segunda República Española. Toledo, septiembre 1931. Realizada bajo la dirección del profesor Oscar Freán de la Universidad del Franco-Condado de Besançon. Departamento de Lengua, Literatura, Civilización Extranjera, Español y defendida en septiembre 2011).
Publicado en:
Cahiers de civilisation espagnole contemporaine
De 1808-au temps présent
Les événements de Corral de Almaguer et la Deuxième République espagnole (Tolède, septembre 1931)
(Traducción del francés: Félix Muñoz)
- La población de Corral de Almaguer en los años de la II República, según mis datos, giraba en torno a los 8.400 vecinos.