b_280_300_16777215_00_images_fotos_colaboraciones_chacon.jpgPersonada la Guardia Civil en el número dos de la calle Chacón, tras ser avisada por algún vecino pasado el mediodía del 9 de junio de 1857, encuentra apuñalados y destrozados los cuerpos de María Pilar García Cruz; su criada, Luisa Garijo, y la nieta de esta, de pocos años de edad, Luisa Mendoza.


Por José Real

José Constante Espinosa había sido el inductor de los hechos, convencido de que María del Pilar, conocida como la Alabardera, guardaba en su casa gran cantidad de dinero. Con esa sospecha, le propone a un conocido suyo, Sergio Salcedo, la idea de perpetrar un golpe para hacerse con ese botín, quién se aleja de él sin querer saber nada del asunto. José continúa maquinando su plan hasta convencer a Domingo García Gasco, El Camorra, para llevar a cabo el robo.

Decididos al asunto, se les ve a ambos esa noche acompañar a los quintos del reemplazo de ese año compartiendo con ellos cánticos y bebidas. Incluso llegan a acercarse por la casa con intenciones de iniciar la operación, pero Constante estima que la noche no es la ideal, pues con la luna llena podrían ser vistos y reconocidos con facilidad, por lo que decide abortar la operación y marcharse a su casa en la calle del Agua.

A su compinche Camorra, la idea no le acaba de convencer y se marcha hacia la plaza Mayor, donde tras dar vueltas durante varias horas decide dar el golpe él solo sin hacer partícipe a nadie.

Domingo le asesta seis puñaladas, según el forense, y esconde el cuerpo en una de las cuadras.

Caminando por la calle lateral junto al convento de San José llega al callejón del Perro, y saltando algunas tapias consigue introducirse en el corral de María del Pilar, donde permanece escondido hasta que a las siete de la mañana la criada abre la puerta que comunica con la casa. Sin pensarlo, Domingo le asesta seis puñaladas, según el forense, y esconde el cuerpo en una de las cuadras. Se introduce en la vivienda y sorprende a la dueña terminando de vestirse en su habitación. Ante la amenaza del intruso que le pide todo el dinero, esta le entrega un saquito de monedas de plata y oro que tiene guardado en uno de los cajones de la cómoda y le dice que le acompañe hasta una alacena de la cámara, donde guarda más de 16.000 reales.

Con el dinero en su poder, Camorra ata a la mujer, la baja hasta el sótano y allí se deshace de ella con un hacha. Vuelve a la casa para revisar el resto de habitaciones y en una de ellas encuentra a Luisa Mendoza, nieta de la criada, que duerme plácidamente, lo que no la libra de ser degollada con el mismo cuchillo que utilizó con la abuela.

Temiendo ser descubierto con la luz del día, decide permanecer en la casa hasta la noche esperando la mejor oportunidad para escapar. Asegura algún medio de la época que en el tiempo que estuvo deambulando por la estancia llegó, incluso, a cocinarse unas migas. Sus planes, sin embargo, se vieron truncados cuando sobre la una de la tarde oye llamar a la puerta repetidas veces con insistencia hasta que es abierta a fuerza de golpes. Precipitadamente, huye por el corral saltando la tapia del vecino Rafael Raposo, esconde el saco con el dinero en la cuadra y logra alcanzar la calle sin que nadie se aperciba de ello, por lo que haciendo gala de sangre fría se mezcla con los curiosos que se amontonan ante la puerta de la Albardera especulando sobre los hechos que pueden haber sucedido.

El día 10 de junio, el siguiente a la comisión del delito, en el juzgado de Quintanar de la Orden se recibe el parte enviado por el alcalde de Corral de Almaguer dando noticia de los hechos, por lo que a las once de la noche se persona el juez en esta localidad.

Tras las primeras diligencias, apoyados por las autoridades municipales y el alférez de la Guardia Civil, se procede sin dilación a detener a Domingo García Gasco y José Constante por formar parte de los delincuentes más habituales de la villa, aunque no se tienen pruebas fehacientes que los incriminen.

Es de entender que en las primeras horas lo negaran todo, pero las sospechas de los interrogadores, determinados indicios y, posiblemente, las confidencias de algún otro detenido, los van acercando al escenario del crimen. El juez decide, después de un día de encierro, trasladarlos al juzgado de Quintanar, aunque sigue sin tener ninguna prueba contra ellos. Primero saca a Domingo y da orden para que una hora más tarde esté preparado José, quien manifiesta el deseo de ampliar su declaración momentos antes de salir.

Ante la nueva situación, el juez y el escribano se reúnen con Constante en el calabozo para escuchar lo que este quiere decirles. José Constante cuenta cómo en varias ocasiones había propuesto a Camorra el plan para robar el dinero que sospechaba que guardaba María del Pilar en su casa, y que el delito se había cometido en términos similares a sus planes. Durante la madrugada del día de los hechos, siguió relatando, se habían acercado a la casa y que había convencido a Domingo para posponer el asunto puesto que con la luna llena que lucía esa noche las posibilidades de ser vistos y reconocidos con facilidad eran muy altas, y decidió marcharse a casa.

...como las contradicciones entre los detenidos se van haciendo más patentes, se decide hacer un careo entre ambos.

En el juzgado, la investigación avanza poco a poco, y como las contradicciones entre los detenidos se van haciendo más patentes, se decide hacer un careo entre ambos. Domingo, el Camorra, confiesa ser el único autor de los crímenes e informa de que el dinero se encuentra en la cuadra de Rafael Raposo, donde acuden tras el careo y encuentran un saquito de lienzo blanco atado con un esparto en el que hay 16.690 reales en monedas de oro y plata de curso legal.

...el reo tiene que ser trasladado al patíbulo vestido de negro y en caballería

Aclarados los hechos, se informa al fiscal para que instruya la causa. El día 17 está todo listo para formular la acusación formal. El 26 de junio se celebra el juicio con la presencia de los dos acusados, y ese mismo día se falla la causa y se dicta sentencia. Domingo García Gasco, conocido como Camorra, es condenado como autor de todos los crímenes a la pena de muerte, y se dan las instrucciones sobre la forma en que esta se debe realizar: el reo tiene que ser trasladado al patíbulo vestido de negro y en caballería, y la sentencia se ejecutará en la villa de Corral de Almaguer. Asimismo, se le impone una indemnización de 4.000 reales de vellón para los parientes más próximos de la difunta María del Pilar, otros 4.000 reales para los hijos de Luisa Garijo, pagar 3.000 reales a los padres de Luisa Mendoza y correr con las dos terceras partes de las costas y gastos del juicio.

Se desconoce a quién va destinado el dinero de la indemnización de la dueña de la casa, pues al parecer no tiene familia cercana, ya que en su testamento, redactado dos años antes del sangriento suceso, deja todo lo que posee para misas por sus abuelos, por sus padres y por ella misma, dejando el tercio restante para los pobres.

Por su parte, José Constante Espinosa es condenado a la pena de doce años de cárcel, inhabilitación absoluta y perpetua para cargos y derechos políticos y a ser vigilado por la autoridad mucho tiempo después de cumplida la condena, así como satisfacer el tercio restante de los gastos y costas del juicio.

En la página tercera de su número 2.619, de 10 de octubre de 1857, el periódico Época redacta una nota en la que informa de que a las once de la mañana del día 7 de ese mismo mes tuvo lugar, en Corral de Almaguer, la ejecución a garrote vil de Domingo García Gasco, alias Camorra, por los crímenes de María del Pilar de la Cruz, Luisa Garijo y Luisa Mendoza. La crónica añade algunos detalles, como que el reo se había confesado a los pies del patíbulo y, después de pedir perdón al pueblo por los crímenes cometidos, suplicó a la concurrencia que rezara un credo por su alma.

(La España, 17 de junio de 1857; El Faro Nacional, 4 de julio de 1857; Época, 10 de octubre de 1857)

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