Texto: Rufino Rojo García-Lajara
(Autor del libro "Historia de la Muy Noble y Leal Villa de Corral de Almaguer"
La inmejorable situación estratégica que ofrecían en estas llanuras los altos promontorios conocidos como Cerro de la Muela y Sierra de Almaguer; y los cercanos cursos de agua del Riánsares y su afluente Albardana, propiciaron que ya desde época Neolítica ( 4000- 3500 AC) grupos humanos se establecieran en estas tierras tal y como demuestran los hallazgos de abundantes hachas pulimentadas, azuelas, puntas de flecha y cerámica realizada y decorada a mano.
Pero es durante la denominada Segunda Edad del Hierro, más conocida como Cultura Ibérica (siglo V AC) cuando podemos constatar el primer asentamiento estable de nuestra historia. Se trataba de un poblado de considerables dimensiones que se extendía a lo largo de la cima de la Sierra y que se encontraba rodeado por una doble muralla defensiva, además de torres vigías y algún aljibe para el aprovisionamiento de agua.
La excelente calidad de las cerámicas encontradas hasta la fecha; realizadas a torno y decoradas con las típicas bandas geométricas rojo vinosas, además de las monedas, fíbulas y otros utensilios habituales para la guerra y la vida diaria, nos hablan de una Tribu Celtíbera, probablemente Carpetana, que tenia en la cercana Segobriga su capital de referencia. Con la invasión romana de la Península (218 AC) y sus ansias colonizadoras, esta comarca se vio inmersa en las llamadas "Guerras Celtíbericas", época en la que fue arrasado el primitivo poblado de la Sierra. Sus habitantes se trasladaron al cercano Cerro de la Muela donde fundaron un nuevo asentamiento (cuyo nombre desconocemos), germen del futuro Almaguer altomedieval.
La avanzada cultura romana trajo consigo asombrosos avances en todos los campos de la vida diaria y su increíble impronta se dejó traslucir rápidamente en la mejora de la Agricultura, Economía, vivienda, administración, cultura, etc... y en las vías de comunicación, algunos de cuyos trazados transcurrían por el término (J.L. Mendoza).
A partir del Bajo Imperio (200 AC) y con el comienzo de la decadencia Romana, las riberas del Riánsares se vieron salpicadas por numerosas " Villas Romanas" (casas de labor como los actuales cortijos y alquerías), dotadas con todos los lujos de la época, gracias a cuyo estudio y continuos hallazgos hemos podido hacernos una idea de la " impronta que la Civilización Romana dejó en Corral de Almaguer". Tras un largo periodo de oscurantismo, despoblación y decadencia en todos los campos bajo la dominación Visigoda, de la que apenas conservamos algunos vestigios ( un capitel de la primitiva iglesia de Almaguer, algún elemento decorativo y las típicas hebillas de bronce), hacen su aparición por estos contornos "Los Árabes", allá por los primeros años de la conquista (711-715 DC), dejándonos a su paso el nombre de "Almaguer", en homenaje al conquistador musulmán de la zona, según la tradición, o como consecuencia de su origen etimológico, según otros, y ya, durante la Reconquista, el castillo-atalaya ubicado en el punto más alto de la Sierra, desde donde una pequeña guarnición enviaba señales lumínicas al resto de atalayas y castillos cercanos, situados en la línea fronteriza entre el Tajo y el Guadiana.
Durante el periodo musulmán, Almaguer constituyó uno de los escasos enclaves habitados de la comarca y, teniendo en cuenta los pocos vestigios encontrados de esta época ( algunas monedas y trozos de cerámica), sus empobrecidos moradores posiblemente siguieron practicando su economía de supervivencia, viviendo como mozárabes ( cristianos bajo dominio musulmán) con la obligación de pagar determinados impuestos bien al Califa de turno, bien al correspondiente Rey de Toledo ya durante el periodo de los Reinos de Taifás. Con el avance de la Reconquista hacia el sur y la subsiguiente pacificación de la zona, estas tierras fueron entregadas por el Rey a la Orden militar de Santiago (con sede en la cercana villa de Uclés) para que procediera a su repoblación y explotación económica. Coincidiendo con este hecho, los habitantes de la antigua villa de Almaguer, situada en el Cerro de la Muela, se fueron trasladando a lo largo del siglo XIII a un nuevo promontorio denominado " El Corral", situado en el centro de una amplia vega formada por el Riánsares y su afluente Albardana.
Una vez finalizado dicho traslado, el Maestro de la Orden de Santiago, Diego Muñiz concedió Carta Puebla en 1315 a la nueva villa, que ahora pasaba a denominarse "Corral de Almaguer" y a sus habitantes el ordenamiento jurídico conocido como "Fuero de Uclés" para que, como dice dicho privilegio: "los que agora moran e moraren de aquí adelante, sean mas guardados e amparados que lo fueron fasta aquí". El crecimiento de la nueva población fue espectacular durante la Alta y Baja Edad Media gracias, entre otros
factores, a la creciente llegada de colonos atraídos por las tolerantes leyes de la Orden de Santiago, al consecuente incremento de la producción agrícola según aumentaba la mano de obra, y a la convivencia en relativa armonía de las tres religiones monoteístas del Reino (cristiana, judía y musulmana) con sus respectivas culturas. Como recuerdo de dicha convivencia, permanece aún en pie la edificación más antigua de la localidad (Casa de la Encomienda) situada en el centro del Barrio Judío (calle Santa Ana) y que, con toda probabilidad, dado lo que aún queda de su primitiva estructura y los restos de yeserias mudéjares que la ornamentaban, fue Sinagoga de Corral de Almaguer.
Durante el siglo XV y merced a las grandes rentas que ya por esta época disfrutaba, la Orden de Santiago comenzó un proceso de construcción de iglesias en las principales villas de su territorio, ahora conocido como "Priorato de Uclés". Fue entonces (mediados del siglo XV) cuando comenzó a erigir la actual iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, en sustitución de otra anterior de pequeñas proporciones y de la que apenas quedan algunos restos. El nuevo templo fue levantado en el estilo gótico imperante
en la época, dotándolo con tres naves sobre pilares de piedra y arcos ojivales que sustentaban el primitivo artesonado de madera (hoy desaparecido) y con bóveda de crucería de complicada traza en el presbiterio. En sus muros laterales, las grandes familias del municipio construyeron diversas capillas, entre las que destaca la denominada de "Los Gascos ", en recuerdo de su anterior patrocinador el obispo D. Martín Gasco (obispo de Cádiz, y Maestrescuela de la catedral de Sevilla). Presenta en su exterior una preciosa portada renacentista atribuida al Circulo de Alonso de Covarrubias, cerrada con reja del mismo estilo y con buena parte de su policromía original aún visible.
Por estas mismas fechas (principios del siglo XVI) y con el mismo orden renacentista proveniente de Italia, fueron construidas también las dos portadas principales de la iglesia parroquial, así como algunas de las mejores edificaciones civiles de nuestra villa. La Casa de los Collados, mandada erigir por el Comendador Juan Collado, es el principal exponente del poder económico que la nobleza local adquirió es estos tiempos.
Construida en el estilo de transición del gótico al Renacimiento, alberga en su interior un bonito patio con antepechos labrados en piedra, formando complicados dibujos geométricos, así como techumbres y artesonados en diversos aposentos que conservan aún las originales pinturas mudéjares que las ornamentaron. Son también renacentistas: la casa colindante a la de los Collados, con patio más austero y un bellísimo blasón nobiliario en su fachada, y a la de los Briceños, en la calle Chacón, con portada de piedra al estilo toledano.
El siglo XVII estuvo marcado por una profunda crisis demográfica, económica y social paralela a como se iba produciendo la decadencia del Imperio. No obstante y a pesar del empobrecimiento generalizado, durante esta centuria se edificó la nueva Torre de la iglesia en sustitución de la anterior que se encontraba ruinosa encima de la bóveda del presbiterio, así como el monasterio de Clausura de San José, con un sobrio claustro de dos alturas al estilo barroco, la ermita de Nuestra Señora de la Muela, en sustitución de la antigua que había sido iglesia del primitivo Almaguer y algunas de las grandes mansiones solariegas que tanto impresionaron a los visitantes de la época en sus trayectos por el Camino Real de Cartagena ( Casas de los Fuentes en la Plaza Mayor, calle Santa Ana y calle Mayor).
Del siglo XVIII (1777) es el actual edificio del Ayuntamiento levantado bajo los planos del gran arquitecto español del Neoclásico Ventura Rodríguez, así como la Casa de Postas, con elegante patio ornamentado con elementos barrocos y un torreón a la plaza Mayor y, en otro orden de cosas, el gran auge de la música y danzas tradicionales, así como de cofradías y hermandades religiosas.
En el siglo XIX estuvo marcada por la guerra de Independencia contra la invasión napoleónica y sobre todo por el cambio en la propiedad de las tierras que supuso la desaparición de los mayorazgos y las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. La venta en pública subasta de las grandes extensiones de terrenos pertenecientes a la Iglesia, el Ayuntamiento y a la Orden de Santiago, lejos de propiciar un reparto más equitativo de la tierra entre las clases menos favorecidas, supuso al contrario
de lo que se pretendía, el nacimiento de una nueva clase social preponderante que sustituiría a buena parte de la nobleza local. Estos "nuevos ricos" que, procedentes de la capital y otras zonas aledañas, acapararon la mayor parte de las subastas, se convirtieron en un nuevo fenómeno social nacido en los pueblos conocido como "Caciquismo". Paralelamente surgió a sus pies una clase de campesinos más empobrecidos que nunca (jornaleros) cuya creciente miseria serviría de semilla a las grandes fracturas del siglo XX.