Día 15, Rebeca abre y cierra los ojos de forma intermitente, aún tumbada, da unas vueltas en lacama para desperezarse. Siente un leve dolor de cabeza y al intentar incorporarse nota que le fallan las piernas, con decisión y no sin algún esfuerzo, logra llegar a la ducha, - “esto me aliviará”, piensa. Con cierta premura se viste.

Abre la ventana para ver como amanece, hoy nieva, fenómeno extraño a estas alturas del año.Sin perderse en divagaciones, se dirige a la cocina para tomarse una tostada pringada en aceite y sal y un café con leche, -c***, como quema”, protestó ella.

La pierna derecha le sigue fallando y aún no sabe porqué, pero renqueante se dirige a la habitación de su hijo.

Da un beso a Daniel en la frente, el peque refunfuña y se da la vuelta, sus ojos llorosos luchanpara no descargar lágrimas, intenta sobreponerse pero los pensamientos y las vivencias del día anterior le pueden. Aunque lánguida, saca fuerzas y con apremio se enfunda su chaquetón y sale de casa, no sin antes girar la vista y dar una batida rápida al piso y asegurarse que está todo en orden.

Montada ya en su coche, recorre su habitual trayecto por calles mojadas y vacías, las cuales a estas horas normalmente estarían atestadas de vehículos.

Son las 8:50h, Rebeca llega al hospital y, como durante todos estos 14 días, de forma ritual, se viste con una bata ajada de tantos usos, un par de guantes amarillentos, su mascarilla de “todo a 100” y el gorro del pelo, inspira profundamente y exhorta para sí: “al lío Rebe.

Día 16, Rebeca abre y cierra los ojos de forma intermitente,…

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