Don Juan de Torres y Contreras, Licenciado en Ciencias de la Naturaleza, que lee todos los días el BOE y lo sabe interpretar. Así rezaba la tarjeta de visita del conocido por todos como Don Juanito. Uno de los personajes más peculiares y singulares que vivió en Corral de Almaguer durante el siglo pasado y que, por su idealismo y su vida a contra corriente, bien pudiera haber estado emparentado con aquel manchego universal parido de la fértil imaginación de Miguel de Cervantes.
Por José María Aparicio
El distraído mozalbete con los pantalones mil veces remendados y al que todavía le asoman los mocos, está sentado al principio de la escalinata central que da acceso al parque. Un repiqueteo rítmico llama su atención, se levanta y busca con su mirada el origen del sonido acompasado. Excitado por lo que ve, grita para llamar la atención de sus amigos: ¡Don Juanito…! ¡Don Juanito…! ¡Que viene Don Juanito!
La estampa es magnífica, digna de la excitación del muchacho y su grupo de amigos que la observan pasmados. Por la calle Real avanza a trote pausado un espléndido caballo blanco sobre el que se yergue un jinete de corpulencia considerable, vestido con pantalón holgado de montar, chaqueta deportiva cruzada de la que surge una corbata (ambos, chaqueta y pantalón, del mismo blanco impoluto que la noble bestia que monta). El conjunto monocromático solo se ve interrumpido, en el caso del jinete, por unas negras y relucientes botas altas de montar, fusta de color a juego con las botas y la boina roja con la que va tocado. Luce el caballero un poblado bigote imperial, con ese toque de distinción que proporciona la curvatura en sus extremos, y oculta sus ojos tras unas lentes ahumadas.
Don Juan de Torres y Contreras, nuestro jinete, conocido por todos como Don Juanito, avanza ajeno al revuelo de la muchachada y se dirige hasta la plaza Mayor. Enfrente del bar El Cazador”desmonta, amarra el caballo1 y asiendo firmemente una cartera de piel con una mano y la fusta con la otra sube las escaleras que dan acceso al establecimiento. Una vez dentro, se hace con el ABC, se acoda en la barra y pide una cerveza y una copa de ginebra.
Dependiendo del día, el bar elegido podía cambiar, pero vestimenta (botas de montar y fusta incluidas, aun cuando ya no había caballos que montar) y liturgia permanecieron asociadas por y para siempre a la imagen y figura de nuestro misterioso caballero.
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Capítulo 1
Natural de Corral de Almaguer y descendiente de familia acomodada, Don Juanito era consecuencia natural de esa particular endogamia de la que hacían uso los apellidos ilustres de la comarca. Tenía familia repartida en diversos pueblos de la región y estaba emparentado con los poderosos Lodares y con los también bien posicionados Contreras de Quintanar de la Orden. Su madre, Doña Asunción, era bien conocida en la localidad, sobre todo por la cantidad de actividades que organizaba para las jóvenes corraleñas (se entiende que las jóvenes que disfrutaban de cierta posición social, el resto difícilmente disfrutaban de tiempo libre para elevar su espíritu).
Pronto su vida y comportamiento tomaron derroteros distintos a los usuales entres sus pares, incluyendo a su hermano Don Martín Torres, que contribuyeron a su fama de hermético y excéntrico. En 1932 se licenció en Ciencias Naturales en Madrid, carrera que nunca llegaría a ejercer pero que dejaría una marca indeleble en la que sería su vida a partir de entonces. Con la licenciatura en el bolsillo, regresó a Corral de Almaguer y pronto se refugiaría en la antigua casa de campo “Pedro Guevara”, que pasaría a ser conocida desde entonces como “casa Don Juanito”. La casa está ubicada muy cerca de la intersección que forma el camino Belinchón (camino casi paralelo al curso del Riansares en dirección hacia Cabezamesada), con el camino Fuente de Pedro Naharro. En ella se entregó nuestro caballero a las que eran sus pasiones: sus tierras, su ganado (vacas y bueyes) y su cuadra de caballos. Un mayoral, dos mozos y dos pastores eran el personal de servicio con el que contaba Don Juan para el mantenimiento de su hacienda. Su vida aislada en la casa y su austera sociabilidad le generaron el primer paralelismo con Don Quijote al ganarse el apelativo de El caballero de la Triste Figura de la veredilla de Sotolobos.
Apasionado de las corridas de toros, practicaba la equitación y el tiro casi a diario. Del fútbol, opinaba ya entonces que, aunque parecía un buen ejercicio físico, estaba muy mercantilizado.
Ocasionalmente viajó a Venezuela, en tiempos en que los viajes transoceánicos de ida y vuelta no estaban al alcance de cualquiera. De su vida y motivos allende los mares, poco o nada se supo.
“...el amor ni mira respectos ni guarda términos de razón en sus discursos”
Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Capítulo 58
Debido a la ramificación de su familia por la comarca, Don Juanito contaba con algunas propiedades en Quintanar de la Orden. Una de esas propiedades era una antigua Posada que en el año 1960 estaba en desuso. En ese mismo año, en una de sus visitas a Quintanar, Don Juan fue abordado por una vecina de ese pueblo para que le alquilara una de las habitaciones de la posada con objeto de montar un pequeño negocio.
Se trataba de María Ruiz, conocida como Pía la castañera, una hermosa mujer que no llegaba a la cuarentena. Pía, que malvivía vendiendo castañas y legumbres en las esquinas, tenía una guapa hija adolescente de su mismo nombre a pesar de su soltería, lo que suponía un grave estigma social en la época. Esa “mancha” o “pecado” implicaba además la etiqueta de “mujer fácil” de la que era muy difícil desprenderse.
Don Juan, caballerosidad obliga, no solamente les cedió gratuitamente la posada donde Pía y su hija montarían unos futbolines, sino que preocupado por el devenir de las dos mujeres, inició una serie de visitas regulares a madre e hija.
En vista de que el negocio no acababa de funcionar, lo que suponía una situación de precariedad para las dos Marías, tres años más tarde nuestro caballero se llevó a ambas a su casa de campo con el encargo del cuidado de su persona y de su hacienda. Fueron muchos los rumores en los que se especuló acerca de si la relación escaló al grado de lo sentimental. Lo que sí es cierto es que a partir de ese momento formaron una peculiar familia que solo separaría sus destinos con la muerte de nuestro caballero. En aquellos primeros años de convivencia, el singular trío se dejaba ver orgulloso a bordo de un elegante tílburi arrastrado por uno de los sempiternos caballos blancos de la cuadra de Don Juanito, cuando bajaban hasta el pueblo para la provisión de víveres o por alguna circunstancia festiva.
Pasados unos años trasladaron su residencia a la casa que Don Juan mantenía en la población, ubicada en la zona conocida como “La Panera”, para finalmente acabar viviendo en un piso alquilado en el barrio de Las Tenerías.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”
Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Capítulo 58
El 14 de diciembre de 1966, Franco llamó a votar en referéndum su Ley Orgánica del Estado (lo que venía a ser la constitución franquista) para intentar dar pátina democrática a su régimen dictatorial. Ese referéndum se ganó con el 95.6% de votos a favor, un escaso 2,47% en contra y otro 2,47% de votos en blanco.
En Corral de Almaguer solo hubo un voto negativo, el emitido por Don Juanito, que no solo votó en contra, sino que además lo hizo de manera ostensible. Él opinaba que, una vez finalizada la guerra, la junta militar debería haber convocado elecciones generales para elegir entre monarquía y república y quién debía estar al frente.
Don Juanito reconocía haber estado tentado en su juventud por los cantos de sirena del fascismo de Mussolini. Sin embargo, y a diferencia de su hermano Don Martín Torres que quedaría enganchado de por vida en esas redes (lo que sería motivo de desencuentro fraternal), Don Juan pronto se adscribiría a los postulados del Carlismo que ya nunca abandonó. Comenzó su militancia en 1932 en la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC) y, a partir de 1971, en el Partido Carlista. Este último tenía su origen en un cambio ideológico de un sector de la CTC y se situaba en la izquierda alternativa (a diferencia del resto de escisiones de la CTC que se posicionarían en la extrema derecha) reivindicando el socialismo autogestionario como proyecto de sociedad y el federalismo plurinacional como modelo de Estado.
Con el advenimiento de la democracia, Don Juanito siguió militando en el partido Carlista (cuando ya casi no quedaban Carlistas) por modelo de coherencia, pero por ideas decía sentirse cercano al socialismo moderado.
Dado el poco aprecio que sentía por los políticos locales, a los que consideraba poco menos que caciques (ahí quedaba incluido su hermano Don Martín que fue alcalde de Corral durante un periodo de la dictadura), tuvo la pretensión de presentar su candidatura a la alcaldía pero, dada su naturaleza despistada, se le acabó pasando el plazo para formalizarla. Su proyecto estrella: un Instituto de enseñanza media en la zona central del parque (en Corral no había ninguno en esa época), reconvirtiendo el resto en un jardín botánico, para que los jóvenes asumieran el cuidado de la naturaleza como parte de su educación.
«Calla niña, que parece que sabes mucho destas cosas, y no está bien a las doncellas saber ni hablar tanto »
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Capítulo 32
Palabras de nuestro gentil caballero al respecto del papel de la mujer en la sociedad2:
“Que la mujer tenga derechos me parece muy bien. Hay muchas que han descollado bastante, aunque el hombre, por educación generacional, está más preparado para ciertas cosas. Estoy de acuerdo en que si una mujer sobrepasa a un hombre tenga un puesto por encima de él.”
“La lucha feminista me parece muy radical pero creo que la mujer debe tener estudios y saber defenderse.”
“Lo del divorcio me parece bien, porque antes de parar en la cárcel es mejor que se separen.”
“Ahora digo —dijo a esta sazón don Quijote— que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho.”
Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Capítulo 25
Si la bendita locura de Alonso Quijano procedía de la lectura de los muchos libros de caballería que había leído, es posible que algo de la excentricidad de la que se acusaba a Don Juanito tuviera su origen en la voluminosa biblioteca3 de la que era propietario.
Aunque de escaso interés para un bibliógrafo, las estanterías y anaqueles de su librería compilaban algo más de mil ejemplares y mostraban los diversos y variados temas de atención que ocupaban la mente de nuestro caballero.
De la amplitud de su curiosidad por el conjunto de los conocimientos humanos, daban muestra un total de once enciclopedias (algunas incompletas) bellamente encuadernadas en piel. Una de ellas era la prestigiosa Summa Artis, que suma 54 volúmenes y es considerada como la más extensa historia del arte publicada en español. Su amor por la naturaleza (no olvidemos su licenciatura en ciencias naturales) quedaba de manifiesto en diversos libros de botánica, tratados de aguas y plantas medicinales e incluso varios libros de la carrera de veterinaria (estos últimos en francés).
No era desdeñable su colección de obras eróticas, casi todas ellas de carácter naïve según una lectura contemporánea. Aunque el ingenuo erotismo estaba presente en casi toda la biblioteca a través de las fotografías “picantes” que Don Juan ocultaba entre las páginas de sus libros, donde también figuraban, cuidadosamente pegados en algunas contraportadas, recortes de revistas con las imágenes de artistas femeninas de la época (lo más ligeras de ropa que entonces se permitía), con especial presencia de su adorada Carmen Sevilla.
Un considerable espacio lo ocupaban los diversos ensayos sobre la actualidad circundante a su tiempo (incluyendo el llamado ‘Libro blanco de la Educación’ con el que el Sr. Villa Palasí, Ministro de Educación entre 18-04-1963 y 11-6-1973, sentaba las bases para la regulación del sistema educativo y que generaría la EGB y el BUP en 1970). Estos solían incluir subrayados de texto y comentarios manuscritos en los márgenes y a pie de página, donde nuestro caballero dejaba manifiesta su opinión o desacuerdo.
En cuanto a narrativa, un lugar preponderante en su librería la ocupaban las obras de sus predilectos: Doña Emilia Pardo Bazán y Fiódor Dostoyevski.
También entre otras obras, su biblioteca contaba con una edición de la Biblia datada en 1740, una biografía de Cristóbal Colón del siglo XIX, dos ediciones del Quijote de principios del siglo XX, un ejemplar del Gil Blas de Santillana (aunque escrito por el francés Lesage, es considerada como la última gran novela de picaresca española) y diversa correspondencia en cuyo remite figuraba el partido Carlista del que ya se ha mencionado que era histórico militante.
“…atended, que no por culpa mía sino de mi caballo, estoy aquí tendido”
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Capítulo 4
Ocurrió una tarde de estío en la que nuestro blanco caballero regresaba por el camino Belinchón a su casa de quintería, tras cambiar el paso de su caballo del trote al galope, pues ya el ocaso amenazaba en lontananza. Una perdiz que dormitaba al resguardo de la linde del camino alzó súbitamente el vuelo a escasos dos metros del noble bruto. El animal entró en pánico e inició una desbocada carrera lanzando por los aires al desprevenido jinete que aterrizó sobre unas zarzas. Pasado un tiempo prudencial para recuperar la compostura y después de lanzar todo tipo de improperios a la bestia, el ahora magullado y dolorido caballero continuó su camino sin más incidentes.
Una vez llegados a la casa, Don Juanito con gran ceremonia, procedió a poner bajo arresto a su caballo durante una semana, incluyendo restricción de agua y alimentos.
“sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:
–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete."
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Capítulo 8
Anclado en las más viejas tradiciones, en la hacienda de Don Juanito se araba la tierra con bueyes, creando bellas pero inútiles postales propias de otros siglos. Ni siquiera la llegada de la mecanización a la agricultura hizo cambiar de usos a nuestro protagonista. Claro está, que aquello iba en detrimento de su hacienda, que año tras año veía mermar su producción y en la que cada vez quedaban más tierras sin labrar.
Don Martín Torres, veía con preocupación cómo el empecinamiento de su hermano dilapidaba el legado de la familia, por lo que sin consultar a nuestro caballero, con el que seguía manteniendo una fría relación, mandó un día a su personal de servicio con los medios de los que disponía a roturar y sembrar todas las tierras baldías que Don Juan dejaba tras de sí por su obcecada obstinación.
Cabalgaba el jinete blanco para ejercitar a sus nobles bestias cuando se dio de bruces con aquella cuadrilla que invadía sus tierras. Ni corto ni perezoso, encaminó sus pasos hasta la casa de donde regresó, escopeta en mano, amenazando con grandes voces de pegar un tiro a todo aquel que no abandonara inmediatamente sus propiedades. De nada sirvió que el mayoral de Don Martín tratara de explicarle que era un favor que su hermano le hacía, que era su bien lo que allí se buscaba. Pero como la amenaza seguía firme y por momentos tuviera visos de convertirse en realidad, el servicio de Don Martín abandonó definitivamente la hacienda para gran disgusto de este, quien a partir de ese incidente obvió la búsqueda de una “entente cordiale” con su idealista hermano.
Cuando más tarde amigos y conocidos intentaban hacerle ver su error y convencerle de la buena disposición de su hermano para ayudarle, Don Juanito altanero contestaba:
-¡Dadme dinero y no consejos!
“Siempre deja la ventura una puerta abierta en las desdichas para dar remedio a ellas.”
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Capítulo 15
En septiembre de 1979 la imprevisible naturaleza aunaba fuerzas con la estupidez humana para provocar la última gran inundación conocida de nuestra villa. Afortunadamente y a pesar de su espectacularidad nada tuvo que ver en cuanto a desgracias producidas con sus conocidas precedentes4. Don Juanito vivía entonces, en régimen de alquiler, en un flamante edificio del barrio de Las Tenerías, sin duda uno de los más sensibles a las crecidas de las aguas del Riansares.
Una vez el agua alcanzó alrededor un metro sobre la superficie y con los vecinos evacuados de sus casas, María hija previno a las autoridades de que Don Juan, sintiéndose seguro al vivir en un primer piso, se negaba a abandonar la vivienda, no estando dispuesto “a mojarse la barriga”. Así pues, conociendo el irreductible carácter del caballero se envió un tractor con pala hidráulica para su rescate a través del balcón, regalando a los testigos con la última de las imborrables imágenes que legó tan magnífico personaje: Don Juanito, marcialmente erguido y mirada desafiante en el interior de la pala e investido de una rara dignidad dadas las circunstancias, mientras era evacuado a tierra seca.
“Ayer fui señor de España...y hoy no tengo una almena que pueda decir que es mía”
Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Capítulo 26
Corría el año 1985 cuando la muerte cimbreó su negra guadaña sobre la vida de Don Juanito. Para entonces poco quedaba de la herencia familiar, lo que no quiere decir que nuestro soñador caballero muriera en la miseria. Todavía la venta de la finca reportó 30 millones de pesetas a las dos Marías, a las que había nombrado herederas universales y que se mantuvieron a su lado hasta el último suspiro. La venta de la biblioteca, las dos bellas monturas que aún quedaban, parte del noble mobiliario y otros enseres también reportaron un no desdeñable estipendio.
Don Juan de Torres y Contreras fue enterrado en un señorial panteón5 de su propiedad en Quintanar de la Orden. En su interior, María madre y María hija colocaron, junto a un jarrón de coloridas flores artificiales, la única fotografía que conservaban del caballero de la blanca figura.
Don Martín de Torres y Contreras, que permaneció oculto entre las sombras durante el sepelio y solo dio un paso al frente a la hora de recibir condolencias, se suicidaría un año más tarde.
Notas:
- Aún pueden verse en las puertas de acceso del bar Las Vegas, las anillas que se instalaron para que Don Juanito pudiese amarrar el caballo.
- Fragmento extraído de la entrevista que concedió don Juan a la revista Riansares.
- La biblioteca fue vendida tras la muerte de don Juan a Ricardo Pedroche, parece ser que en el traslado se “perdieron” varios ejemplares.
- Para conocer más sobre las inundaciones sufridas por Corral de Almaguer consultar: “Hambre y miseria en Corral de Almaguer (La gran inundación)” en el blog “Historia de Corral de Almaguer”.
- Aunque en el exterior del panteón figura el nombre “Joaquín Lodares” la última propiedad conocida del mismo correspondía a Don Juanito.
Agradecimientos:
A todas aquellas personas que prestaron su memoria para la elaboración de este artículo, especialmente a:
- María Rey hija, quien convivió con nuestro protagonista los últimos 22 años de su vida.
- Ricardo Pedroche, cuyo padre adquirió la biblioteca de Don Juan.
- Teresita, nos contó jugosas anécdotas y nos puso en la pista de María Rey.