Tener la posibilidad de repetir lo que ya ha se ha vivido podría llevar a un replanteamiento con resultados imprevistos. Con esta hipótesis, la compañía Montajes en el abismo, en la tercera entrega del IV Festival de Teatro en Otoño, plantea un diálogo de luces y sombras que busca la realidad de cada personaje enfrentado a la dualidad de mantener lo común o conquistar su propio espacio.
Mediante un diálogo ágil, salpicado de toques cómicos, Ana de la Hoz y Jorge Jimeno dan vida, en la obra La despedida, escrita por elpropio Jimeno, a una pareja normal en la que aflora una trama intensa y enrevesada ante una situación, buscada o casual, que genera una conversación entre la emoción del reencuentro y la racionalidad ante la nueva gestión de una realidad vivida con anterioridad. David se marcha a Australia durante un año y ya ha tenido su especial despedida con Ana, pero el retraso en la salida del avión que dará lugar a la larga separación los devuelve a la situación pasada y pone a los personajes ante la posibilidad de repetir lo que ya han vivido, los coloca en una posición que vuelve a ser la misma y, sin embargo, es diferente, ya no saben si son los del momento anterior o los del actual. Bajo la sombra simbólica de una impositiva pistola asoman dos personalidades divergentes que desean tomar su propio camino, con la pretensión oculta de imponer el sometimiento de una parte a la otra. La realidad, dicen, es real porque la aceptan, y en ese juego que se debaten entre razón y emoción, intercambian sus roles dibujando una caricatura del otro con tintes de sorna patriarcal por parte él, que no quiere otra realidad ni perder su parcela de dominio, y la victimización de ella, que ya no desea su realidad, sino decidir su propia existencia.
La obra es un diálogo continuo a dos bandas que necesita del dinamismo necesario para mantener atento al espectador. Mediante gesticulación natural, distancias medidas en el movimiento escénico de los personajes, que en ningún momento generan ruido visual, y una calibrada modulación de voces, los actores mantienen la acción en constante interés, componiendo las escenas tanto juntos como por separado sin perder el conjunto unitario de la interpretación, colocando puntos de respiro y alargando pausas con buen manejo del tiempo. Un buen trabajo que muestra una profesionalidad que se ve recompensada con los aplausos del publico, a quienes responden con un gesto poco habitual: dando las gracias de viva voz y estableciendo un breve diálogo con los asistentes.
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